Ciencias Naturales. 26-11-2020.
Excelente día para todos, hoy solo realizaremos la comprensión lectora
Comprensión lectora: “El cocinero en Navidad”
Erase una vez un cocinero que tenía que
preparar una deliciosa y sabrosa cena de Nochebuena. Siempre se le ocurrían
ideas brillantes, pero había trabajado tanto los meses anteriores que no estaba
nada inspirado, perdió su imaginación en un momento tan importante del año.
Se pasaba el día ideando menús navideños, pero
ninguno de ellos lograba satisfacerle. Y entre menú y menú desechado, llegó la
víspera de Navidad. Tan cansado estaba el cocinero, que se quedó profundamente
dormido en la mesa de la cocina rodeado de libros y cuadernos de recetas.
En sueños, se vio a sí mismo convertido en
Papá Noel, con un abultado saco al hombro y viajando a bordo de un trineo que
se deslizaba tirado por una fuerza invisible, sin ciervos ni renos. No sabía
hacia donde se dirigía pero parecía que el trineo sí sabía cuál era su lugar de
destino.
Finalmente, el trineo se detuvo ante la puerta
de una rústica casita en el bosque, de cuya chimenea escapaba un inmaculado y
cálido humo blanco. Llamó a la puerta y ésta se abrió inmediatamente, pero
nadie apareció tras ella. El cocinero entró y se encontró un salón con decorado
navideño, lo que le provocó una profunda y tierna sensación hogareña.
Allí había una chimenea encendida que
iluminaba toda la habitación con sus llamas y de ella colgaban varios
calcetines que esperaban a estar llenos de regalos. En el centro del comedor
había una acogedora mesa, con velas encendidas y con todo dispuesto para ser
cubierta con ricos manjares. En la casita no había nadie pero, sin embargo, se
sentía acompañado por presencias invisibles.
Depositó el saco en el suelo y empezó a latir
su corazón a gran velocidad y a temblarle las manos mientras abría la bolsa que
no sabía lo que contenía sentado en una mullida butaca junto a la chimenea. Lo
primero que apareció fue una bella sopera con una reconfortante sopa de crema,
hecha con una gallina entera, aderezada con unos diminutos dados de su pechuga.
Levantó la tapa y una oleada de vapor repleto
de aromas empañó sus gafas. Después, un dorado y casi líquido queso Camembert
hecho al horno, con aromas de ajo y vino blanco, acompañado de un crujiente pan
hizo que su boca se llenara de agua; hundió la nariz en él y lo depositó sobre
la mesa.
Su tercer hallazgo fue una pierna de cerdo
rellena con ciruelas pasas y beicon ahumado que venía acompañada de un sinfín
de guarniciones, cada cual más apetitosas: cremoso puré de patata aromatizado
con aceite de ajo y con mostaza, salsas agridulces irresistibles, compota de
manzana con vinagre y miel... ¡de ensueño!
Dispuso la inmensa fuente en el centro de la
mesa y aspiró los intensos aromas que aquella sinfonía de contrastes culinarios
le ofrecía. En un rincón del salón, reparó en una mesita auxiliar dispuesta
para los postres y allí colocó un crujiente strudel de manzana y nueces y una
espectacular anguila de mazapán, una dulcera de cristal que albergaba una
deliciosa compota de Navidad al Oporto y un insólito helado de polvorones.
Apenas podía creer lo que estaba sucediendo,
se sentía embargado por la emoción. El menú tocaba a su fin y comprendió que
era hora de abandonar aquella cálida casita, para dejar que sus moradores
disfrutaran en la intimidad de las exquisitas viandas que había traído en su
saco.
Pensó
que los manjares se enfriarían si no lo hacían pronto, pero comprendió que el
calor, material y espiritual, que invadía todos y cada uno de los rincones de
la estancia se encargaría de mantenerlos a la temperatura adecuada. Como toque
final a su visita, llenó los calcetines de la chimenea con figuritas de
mazapán, polvorones y turrones, que sin duda harían las delicias de los
niños... y de los menos niños.
Le despertó el borboteo de un caldo que había
dejado en el fuego y que amenazaba con desbordar el puchero. Era ya de
madrugada, pero aún tenía tiempo de ponerse manos a la obra y elaborar el menú
de la casita del bosque. La fuerza invisible que guiaba el trineo no era otra
cosa que el amor que el cocinero sentía por el mundo de la cocina.
Razona
las preguntas y responde en tu cuaderno
a) ¿Por
qué el cocinero no estaba inspirado para preparar la cena de Nochebuena?
b) ¿Qué hallazgos consiguió el cocinero en el
saco que llevaba?
c) ¿Qué hizo el cocinero como toque final de su
visita a la casita del bosque?
d) ¿Cuál
es la moraleja del cuento?
Realiza la caligrafía.
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